domingo, 26 de diciembre de 2010

Pascuas de Espíritu Kitsch


Cuando era mucho más joven odiaba la Navidad. Me enervaba la profusión de lucecitas y el deseo de paz y armonía que llenaban las calles por imperativo cristiano. Y el centro atestado de bolsas y más bolsas tras las cuales familias enteras (¡horror!) iban de compras.

Poner el Belén en casa de mis padres era un suplicio. Durante algunos años pagué por montármelo a mi amiga Rafi. Sólo las pocas monedas que maneja un quinceañero me libraron del martirio. Pero Rafi y yo doblamos esquinas diferentes y el Belén estuvo alguna Pascua sin montarse. Mis padres pasaron convenientemente página por no prender mi extremadamente inflamable carácter adolescente. Así fue hasta la llegada de mis sobrinos. Mis padres, ya abuelos enternecidos, se vieron en la obligación de agasajar a las criaturitas con el misterio del nacimiento. Y de nuevo desempolvaron el cocodrilo de plástico verde que flota sobre un río de papel de plata. Un niño de barrio obrero como yo puede mamar bien el espíritu kitsch en aquellas toscas figuras de plástico barato junto a clicks de Playmobil y figuritas Marvel de Phoskitos. Muy diferente nuestro belén de aquellos otros tan sublimes que veíamos tras largas colas en cualquier parroquia o comercio. Todo lo junto y revuelto de nuestro portal conformó estéticamente mi corazón de niño y lo introdujo en el mundo de lo kitsch. Eso le debo a la Navidad. Y es mucho.

ALGUNAS NOTAS SOBRE EL KITSCH PARA SOBREVIVIR A LA NAVIDAD

La esencia del Kitsch es la confusión de lo ético y lo estético, el kitsch no quiere producir lo ‘bueno’ sino lo ‘bello’.

El kitsch debe volver a los métodos más primitivos, precisamente porque carece de toda imaginación propia.
H. Broch, El mal en el sistema de valores del arte, 1933.

Es kitsch aquello que se nos parece como algo consumido; que llega a las masas o al público medio porque ha sido consumido; y que se consume (y, en consecuencia, se depaupera) precisamente porque el uso a que ha estado sometido por un gran número de consumidores ha acelerado e intensificado su desgaste.
Umberto Eco, Apocalípticos e Integrados, 1965.

El kitsch provoca dos lágrimas de emoción, una inmediatamente después de la otra. La primera lágrima dice: ‘¡Qué hermoso, los niños corren por el césped!’. La segunda lágrima dice: ‘¡Qué hermoso es estar emocionado junto con toda la humanidad al ver a los niños corriendo por el césped!’. Es la segunda lágrima la que convierte al kitsch en kitsch. La hermandad de todos los hombres del mundo sólo podrá edificarse sobre el kitsch.
Milan Kundera, La insoportable levedad del ser, 1984.

[Foto: Maneki-neko (招き猫) como adorno colgante navideño]

jueves, 16 de diciembre de 2010

AGUAMALA


Los niños se disputan
la presa con un palo,
hay quien se atreve a más.

La medusa revuelve
su fútil existencia.
Un cubito de plástico,
fabricado en la China,
es ahora el Atlántico.

No te vaya a picar,
¡tened cuidado!

Ensartan en el palo el aguamala,
como insignia de guerra
que clavan en la orilla.

A plomo cae el sol.
No hay compasión.
Aprenden el escarnio
aquella tarde.
La muerte se celebra
mientras nado.

[Óleo: Playa, Helen Frankenthaler, 1950]

martes, 30 de noviembre de 2010

FAUSTO


Como cualquier lector, yo soy también caprichoso e impulsivo. No sé por qué, hace tres o cuatro años, compré una edición en Siruela titulada Historia del doctor Johann Fausto (1587). Algo debió llamar mi atención entonces. Quizás la portada donde tan acaloradamente dialogan Fausto y Mefistófeles, detalle de una edición holandesa de ese libro popular ("volksbuch"). Y descansó el ejemplar, destinado a fondo de biblioteca, sin siquiera haberse ojeado, varios años en una de esas cajas marrones de las mudanzas, adonde fueron a parar numerosas reliquias y algunas ilusiones.
Por azar, desempolvé el libro editado por Spies hace semanas y disfruté la historia, primer eslabón en la larga cadena de acuñación del mito literario. Fausto vende su alma al diablo por afán de conocimiento. El anhelo de trascendencia frente a la inmanencia limitadora de la existencia humana palpita en cada página, en toda línea. Y lo curioso del caso no es que Fausto venda su alma, sino que haya demonio presuroso que se la compre. No sé yo si Belcebú querría siquiera recibirme, no imagino ya que pueda darse prisa en cerrar una transacción de compra-venta conmigo. Pero mi ser -lo reconozco- es más medieval que renacentista, no tengo remedio. Asumo el fin, acato mi destino y espero a la muerte para la gran danza macabra final, sin rebelarme. Dócil como un perrito faldero. Guau, guau.
Por impulso lector, tras el Fausto de Spies, llegué al de Goethe, pasando por el de Marlowe, para acabar en el de Thomas Mann, donde actualmente resido algunas tardes y noches. A pesar de las diferencias sobre la salvación o condena del personaje, me sigo repitiendo lo mismo: qué alto precio paga el demonio por cosa de tan poco valor como el alma humana. Qué mal compra, pobre diablo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Apuntes gaditanos

Antes del mundo, esto ya era. Asombro inmenso en la boca del cielo, precipicio sin fin.

Vivo en el istmo y respiro su sal. Iris sabroso. Buscan mis labios qué. Amo un Cuerpo en cada cuerpo amado. El destello fugaz de su sustancia. Lo vivo de la carne. Un roce sigiloso de rodilla. Un escozor de arena a pleno sol.

Antes del mundo esto ya era. Límite o linde. Fauces abiertas. Espuma en la cintura. Muerte y resurrección entre sus calles: es plenitud el esqueje en la maceta y el olor a café de casapuerta.

Ante el mar, con el mar, frente al mar.

[Óleo: Costus, Torres gaditanas, 1972]

martes, 6 de julio de 2010

Abrazo


Cada abrazo exhala su propio aroma. Viejos amigos me traen aquel olor del lentisco abriéndose paso en la roca caliza. Sueño la cumbre y vuelvo en cada abrazo.

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También el mar está lejos. La sal es un recuerdo. Una huella en los labios. Un columpio detenido en su vuelo. Y el abrazo pendiente.

[Óleo: R. Diebenkorn, Bluesorround, 1982]

miércoles, 16 de junio de 2010

Palabras


Leo unos relatos medievales. Literatura popular. Los superventas de la época. La doncella Teodor y Flores y Blancaflor. Me gusta saborear ese castellano añejo, adoro el balbuceo, la sintaxis reiterativa, revivir tanta palabra engullida por las fauces de Cronos. Soy un desviado, me gusta rebuscar en los anaqueles, fondo de biblioteca. Ahora también se populariza una determinada literatura frente a otra. Y la masa lee (o le leen a través del cine y las series). Hoy, como ayer, el auditorio se rinde ante determinadas historias. Cuántas palabras sepultará este siglo en esas obras es un enigma.


Sueño con christianas cativas asomándose a una fuente para verificar su virginidad y el miedo a que se enturbie la corriente. Y la erudición femenina dejando en entredicho a los más sabios de palacio. Y los anillos mágicos que salvan del fuego. Y las conversiones por amor. Y todo está cifrado allí. Cambiamos la sintaxis, elegimos otras palabras, pero los gérmenes de la historia duermen en aquellas páginas polvorientas. Ya lo dijo Propp en su Morfología del cuento ruso hace ochenta años. La literatura popular se reduce a un número limitado de constantes y variables, heredadas de generación en generación. No existe la novedad. Que no os engañen.
[Portada: edición sevillana de La Doncella Teodor, c. 1526-1532]




sábado, 5 de junio de 2010

Dehesa

Estas y otras obras pueden verse en la Fundación Montenmedio de Arte Contemporáneo (NMAC), en Vejer de la Frontera. Hasta ayer nunca antes pisé esa dehesa. Había pasado muchas veces junto a ese cartel de carretera, camino de Bolonia y la ciudad del garum, Baelo Claudia. Sin embargo hasta ayer no visité la fundación. Poco conocía de ella. Sabía que allí James Turrel había realizado una instalación que debía observarse al atardecer. Algo parecido a una estupa budista. Me enteré el verano pasado en Los Caños de la Meca. Creo recordar que me lo dijo la churrera.

Me gusta pasear la dehesa sin prisa. Me cruzo con conejos y pavos reales. Imito, torpemente, un reclamo animal y responden. Froto al pasar las manos con romero. Cosquillas. Respiro. Una cortina de nubes alivia el recorrido. Surjen pirámides de hormigón y muros de cristal. Se alzan pinos y encinas. Sopla Poniente.

[Foto 1: O. Eliasson, Quasi Brick Wall, NMAC]

[Foto 2: E. Sánchez Castillo, Fuente, NMAC]

martes, 6 de abril de 2010

ARBOR DRACONIS



Camino hacia Kursala. Quiero ver unas fotos. Flight of Fancy, de Javier Marquerie.


Tras la tapia, el drago se encarama. Asciende vertical. Sale a mi encuentro. Donde no lo esperaba, late roja su savia porque encierra a la bestia. Palpita en su corteza y zumba en mis oídos. Y sueño con su fuego.

[Ilust: Noll, Friedrich C., Drachenbaum "drago" , 1872]

martes, 23 de marzo de 2010

Algas

Por fin llegan las algas. Derraman luz en la orilla. Se enredan a la cintura de los aguerridos surfistas que cabriolan el mar. Y una chica japonesa hace fotos a su novio alemán. Al pasar me sonríe. Y prendo su sonrisa al ojal de la camisa desabrochada.

[Foto: J. Marquerie Thomas , Allen, 2007]

viernes, 5 de marzo de 2010

EDAD DE ORO


Releyendo a Virgilio en sus Geórgicas, caigo de bruces sobre el el viejo tópico de la añorada Edad de Oro. Dice el poeta que hubo un tiempo, anterior a Júpiter, en que el vino llenaba el curso caudaloso de los ríos y el hombre vivía sin trabajar.

Reparo en el matiz temporal: anterior a los dioses. Siempre importuna la deidad, nos maldice y condena a ganarnos el pan con sudor abnegado. OTIUM vs. NEC OTIUM; ocio frente a negocio.

Yo aspiro a ser algún día un hombre ocioso. Mal momento: ya enterramos a Momo y Doña Cuaresma luce escote. Hegemonía divina. Pero no me resigno, no cejaré.

Afuera llueve. Me agazapo en mi sillón con Virgilio y anhelo ese mundo dorado de libaciones y holganzas. Habrá que matar a Dios. Alguién tendrá que hacerlo. Fue farol lo de "Gott ist tott". Qué salga el sol de una vez. Qué salga.

[Fotograma: L'Age D'Or, L. Buñuel, 1930]

martes, 9 de febrero de 2010

Recuerdo



Es por ver cómo espantan

las polillas su vuelo.

Yo sólo sé explicarme

en la estrechez limítrofe del verso.
[Foto: JGG, 2010]

lunes, 1 de febrero de 2010

Febrero

Febrero es papelillo, ilegales en la calle La Palma, bombo, tipo y batea. Al menos es así desde que vivo en La Viña. El dios Momo riendo de todo (con mandíbula de colorete).
Hace unos días, en el Gran Teatro Falla, una de las agrupaciones consiguió hacerme sonreír. Y eso que era en una de las modalidades más difíciles, el cuarteto. El carnaval está vivo. Por fin febrero.







[CUARTETO LA ALEGRÍA DE LA GÜERTA - ALGECIRAS LETRA: RAMÓN LÓPEZ RODRÍGUEZ MÚSICA: JUAN MANUEL BRAZA BENÍTEZ DIRECCIÓN: ANDRÉS DANIEL SÁNCHEZ PÉREZ]

lunes, 25 de enero de 2010

Tenochtitlan


He visto, por los pelos, la exposición temporal sobre Moctezuma del Museo Británico. Menos interesante de lo que mis expectativas me hacían figurarme. Bastante didáctica. Entretenida.
Un grupo uniformado de escolares rellena un cuadernillo pedagógico ante la atenta mirada de sus resignadas maestras. Ríen. Hacen esto ante una urna ritual para sacrificios humanos. La imagen resulta siniestra.
Visito la exposición unas horas antes de ser cacheado, descalzado y escrutado por un policía tras pasar un arco de control en el aeropuerto.
El avión despega y durante unas horas recuerdo vagamente anécdotas y sucesos de Cortés, la Malinche y Moctezuma II. Un tropel de recuerdos difusos, aferrado a mi hipocampo cerebral.
Cortés visto como Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, zapatitos de obsidiana. Traición de la Malinche, la "lengua". Lago Tetzcoco. México-Tenochtitlan. Moctezuma y sus presagios en sueños. Las cartas de relación del conquistador. Cursé Literatura Colonial en segundo de carrera. Ha llovido desde entonces.
Recuerdo haber leído la impresión de los mexicas en Visión de los vencidos, crónica de León-Portilla, basada en escritos indígenas que narran los hechos durante la conquista de México.
Así narraba la ofrenda que manda el monarca ante el conquistador, a quien creía divinidad:
En seguida atavían al capitán. Le pusieron con esmero la máscara de turquesa, en ella estaba fijada la banda travesaña de pluma de quetzal. Y de esta máscara va pendiendo, en ella está la orejera de uno y otro lado. Y le pusieron el chalequillo, lo enchalecaron. Y le pusieron al cuello el collar de petatillo: el petatillo de chalchihuites: en medio tiene un disco de oro. Después, en su cadera le ataron el espejo que cae hacia atrás y también le revistieron por la espalda la manta llamada "campanillante". Y en sus pies le colocaron las grebas que usan los huastecos, consteladas de chalchihuites, con sus cascabeles de oro. También le dieron, en su mano le pusieron el escudo que tiene travesaño de oro y de concha nácar, con sus flecos de pluma de quetzal y sus banderolas de lo mismo. Ante su vista pusieron las sandalias de obsidiana.
Hernán Cortés travestido. La primera Drag-Queen de la Conquista de América. Qué ganas de pasear por el Zócalo. Qué ganas.
[Foto: Máscara de Turquesas, 1500-1521, Museo Británico]

lunes, 18 de enero de 2010

El momento más feliz

Cuando se autopublique esta entrada estaré en Londres, el frío me habrá calado ya los huesos y quizas haya conseguido ver una exposición gore del barroco español que se exhibe allí. Quién sabe qué estaré haciendo entonces. Probablemente tararee esta canción (legítima heredera de la cursilería magistral de Vainica Doble).

martes, 12 de enero de 2010

Hay veces


En esos desfiladeros trágicos

el viento se lleva los sombreros,

y es inevitable: la imagen nos da risa.


Wislawa Szymborska

Hay veces que se desata una tempestad.

La fuerza de las olas

arrastra hasta la orilla

los restos de un naufragio.

Y la luz hace el resto.

Seca con parsimonia, lentitud,

enseres, aparejos.

Irradia cada átomo, los pájaros

trinan sobre la sal de los maderos

y el mástil humillado se convierte

en la rama de un árbol misterioso.


La vida continúa. Lo sabemos

antes de que Szymborska lo dijera

con palabras tan obvias y precisas.


Hay calma y luz y cielo

a tu lado.

[Fotograma: Déjame entrar, T. Alfredson, 2009]

viernes, 1 de enero de 2010

Resurrección


Es lugar común: para resucitar hay que morir. Esto ronda mi cabeza tras la lectura febril de Mi Marruecos, de Abdelá Taia (preciosa edición en Cabaret Voltaire). Morir. La hondura del precipicio llama. Aferrarse a una hebra de luz para salvar la Luz. Aprender a convivir con los despojos de Otro Yo. Tictac, tictac.